La Introducción al narcisismo es una obra de Sigmund Freud que fue editada en el año 1914.
En este post vamos a recoger algunos fragmentos de esta publicación que nos parecen interesantes.
Freud nos recuerda en las primeras páginas como el término narcisismo lo usó por primera vez Paul Näcke en 1899, quién afirmaba que “un narcisista es aquel individuo que toma como objeto sexual su propio cuerpo y lo contempla con agrado, lo acaricia, y lo besa, hasta llegar a una completa satisfacción”. El nombre se tomó en referencia a Narciso, un efebo griego, que según la mitología se enamoró de sí mismo al contemplar su propia imagen en el agua de un arroyo.
Más adelante, dice Freud: “La libido sustraída al mundo exterior ha sido apartada al yo, surgiendo así un estado al que podemos dar el nombre de narcisismo“. Y continua hablando de la libido del Yo y la objetal sosteniendo lo siguiente: “cuanto mayor es la primera, tanto más pobre es la segunda. La libido objetal nos parece alcanzar su máximo desarrollo en el amor, el cual se nos presenta como una disolución de la propia personalidad en favor de la carga de objeto y tiene su antítesis en la fantasía paranoica del fin del mundo“.
También escribe Sigmund Freud en este capítulo de la Hipocondría: “El hipocondríaco retrae su interés y su libido, con especial claridad ésta ultima, de los objetos del mundo exterior y los concentra ambos sobre el órgano que le preocupa“.
Respecto a las mujeres narcisistas dice Freud: “En las mujeres narcisistas vemos una complacencia por sí mismas que las compensa de las restricciones impuestas por la sociedad para su elección de objeto. Tales mujeres sólo se aman, en realidad, a sí mismas y con la misma intensidad con que el hombre las ama. No necesitan amar, sino ser amadas, y aceptan al hombre que llena esta condición“.
Además en este libro desarrolla Freud el concepto de “YO ideal“.
“La formación de un yo ideal es confundida erróneamente con la sublimación de los instintos; el que un individuo haya trocado su narcisismo por la veneración de un yo no implica que haya conseguido la sublimación de sus instintos libidinosos. El yo ideal exige ésta sublimación, pero no puede imponerla. La sublimación continúa siendo un proceso distinto, cuyo estímulo puede partir del ideal, pero cuya ejecución permanece totalmente independiente de tal estímulo; precisamente en los neuróticos encontramos máximas diferencias de potencial entre el desarrollo del yo ideal y el grado de sublimación de sus primitivos instintos Libidinosos“.
Respecto a la autoestima escribe: “La autoestimación nos parece ser una expresión de la magnitud del yo ; todo lo que una persona posee o logra, cada residuo del sentimiento de la primitiva omnipotencia confirmado por su experiencia, ayuda