Sigmund Freud, psiquiatra austríaco y uno de los más grandes investigadores de todos los tiempos, fue el fundador del Psicoanálisis.
El nombre de “Psicoanálisis” se aplica a tres cosas distintas.
1.- Una teoría psicodinámica del desarrollo de la personalidad. Si bien el objetivo inicial de Freud era de índole terapéutica, el método por el desarrollado abarcaba la terapia y la investigación. Mientras trataba de encontrar una forma de curar a sus pacientes, recogía al mismo tiempo datos con los cuales construyó una nueva disciplina, una teoría dinámica de la personalidad.
2.- Un método de investigación. Como hemos visto en el apartado anterior Sigmund Freud investigaba la génesis de las neurosis basándose en lo que iba descubriendo en los casos que trataba.
3.- Un procedimiento terapéutico. Es también una terapia en cuanto a la aplicación de los principios y técnicas analíticas al tratamiento de personas aquejadas de todo tipo y grado de perturbación emocional.
El Psicoanálisis es tanto una práctica como una teoría.
algunas publicaciones psicoanalíticas eran ya conocidas en USA en 1895, antes de que Sigmund Freud diese sus famosas “Lecturas introductorias” en la Universidad de Clark?
En 1894 William James, profesor de Psicología en la Universidad de Harvard y gran defensor del Pragmatismo, hizo la reseña de un libro de Freud. Por cierto, William James (1842-1910) era hermano del célebre escritor Henry James. También el médico internista Robert Edes había escrito un artículo en “The New England Invalid” sobre la teoría freudiana de la histeria.
En 1909 G. Satnley Hall, alumno de William James y en ese momento decano de Psicología en Universidad de Clark, Worcester, Massachusetts, invitó a Sigmund Freud a dar una serie de conferencias con motivo del 20 aniversario de la fundación de la citada universidad. Acompañaban a Sigmund Freud sus discípulos Carl G. Jung, Sándor Ferenczi, y Ernest Jones.
Pero realmente los primeros psicoanalistas estadounidenses fueron J.J. Putnam y A.A. Brill. El primero, Putman, escribió acerca del tratamiento de la histeria “de acuerdo con el método de Freud del psicoanálisis” y durante años mantuvo correspondencia con Freud. A.A. Brill, amigo de Ernest Jones, tradujo al inglés algunos libros de Freud, y fue el fundador de la Sociedad Psicoanalítica de Nueva York en 1911. Un dato curioso es que A.A. Brill (1911-1947) había llegado solo a Nueva York a los 16 años y se costeó sus estudios de medicina en la Universidad de Columbia dando clases de ajedrez y mandolina.
La primera generación de analistas americanos, como Putnam, Brill, y Coriat, fue enteramente autodidacta, y se convirtieron en analistas leyendo a Freud. Recordemos que hasta la fundación del Instituto Psicoanalítico de Berlín en 1920 no se realizaba el programa tripartito de formación para ser psicoanalista: un análisis personal (análisis didáctico) con un terapeuta entrenado, seminarios teórícos y clínicos, y el análisis de pacientes bajo super-visión. A partir de esa fecha muchos americanos viajaron a Víena o Berlín para formarse como analistas; entre ellos estuvieron: Adolf Stern, H.W. Frink, Oberndorf, Muriel Gardiner, M. Ralph Kaufman, y muchos otros. Además algunos analistas europeos, como Ferenczi, Paul Federn, y Rank, fueron a los Estados Unidos a dar conferencias y analizar a algunos americanos que querían ser psicoanalistas.
Otro psicoanalista prestigioso fue William. A. White, superintendente del Hospital de Santa Isabel, y cuyo libro “Mecanimos mentales” se piensa que es el primer libro sobre psicoanálisis escrito por un americano. W.A. White también editó un libro de texto titulado “Extractos de Psiquiatría” que contenía una amplia sección sobre psicoanálisis. En 1914 White fundó la Sociedad Psicoanalítica de Washington, la mayoría de cuyos miembros trabajaba en el hospital de Santa Isabel.
Fue precissmente William. A. White quien nombró a J. Kempt como investigador en Psiquiatría para aplicar
En 1920 Sigmund Freud, el padre del Psicoanálisis, escribe “Más allá del Principio del Placer”. En dicho texto Freud explica más ampliamente conceptos, ya expuestos por el en obras anteriores, como la Compulsión a la repetición. Para explicar la compulsión a la repetición nos cuenta como su nieto Ernst, de 18 meses, hace aparecer y desaparecer un carrete diciendo “Fort-Da” (allá/acá) en un intento de controlar el displacer cuando la madre no estaba presente.
Pero vayamos por partes, en el primer capítulo el psicoanalista austríaco desecha su teoría original del dominio del principio del placer sobre el curso de los procesos psíquicos.
En el segundo y tercer capítulo se ocupa de las neurosis traumáticas (en la actualidad denominadas Trastornos de estrés postraumático) y de los sueños repetitivos que tienen los sujetos que padecen tal tipo de neurosis.
En “Más allá del principio del placer” también dedica Freud muchas páginas a uno de sus conceptos metapsicológicos más controvertidos: la “pulsión de muerte“. Comienza diciendo en el cuarto capítulo: “Lo que sigue es pura especulación y a veces harto extremada que le lector aceptará o rechazará según su posición particular en estas materias. Constituye, además, un intento de perseguir y agotar una idea, por curiosidad de ver hasta donde nos llevará”. Más adelante en este capítulo escribe: “Todo organismo vivo regresa a lo inorgánico “por razones internas” porque “la meta de toda vida es la muerte, y, retrospectivamente: lo inanimado estuvo ahí antes que lo vivo……….Las pulsiones orgánicas conservadoras … no pueden sino despertar la engañosa impresión de que aspiran al cambio y al progreso, cuando en verdad se empeñaban meramente por alcanzar una vieja meta a través de viejos y nuevos caminos… La meta de toda vida es la muerte”.
En consecuencia Sigmund Freud acaba distinguiendo dos tipos de pulsiones: las que llevan la vida hacia la muerte (pulsión de muerte) y otras que conducen a la renovación de la vida (pulsión de vida). Para Freud las pulsiones sexuales son las que preservan la vida de la especie.
En el séptimo y último capítulo finaliza diciendo: “Debemos ser pacientes y esperar la aparición de nuevos medios y motivos de investigación, pero permaneciendo siempre dispuestos a abandonar, en el momento que veamos que no conduce a nada útil, el camino seguido durante tiempo. Tan solo aquellos crédulos que piden a la ciencia un sustitutivo del abandonado catecismo (los que en la actualidad llamamos cientificistas) podrán reprochar al investigador el desarrollo o modificación de sus opiniones. Por lo demás, dejemos que un poeta nos consuele de los lentos progresos de nuestro conocimiento científico: Si no se puede avanzar volando, bueno es progresar cojeando, pues está escrito que no es pecado el cojear”. En estas líneas es fácil ver la categoria científica de
en el año 1917 Sigmund Freud, el padre del Psicoanálisis, publicó un interesante libro titulado “Duelo y Melancolía”?
En dicha publicación, entre otras cosas, Freud explica la diferencia entre el proceso de duelo por la pérdida de un ser querido, que es totalmente normal, y la Melancolía patológica (**).
Dice Freud: “El duelo es, en por lo general, la reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente: la patria, la libertad, etc…….La melancolía se caracteriza psíquicamente por un estado profundamente doloso, un cese del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución de amor propio. Esta última se traduce en reproches y acusaciones, de que el paciente se hace objeto a si mismo, y puede llegar incluso a una delirante espera de castigo“.
Y continúa: “El melancólico muestra, además otro carácter que no encontramos en el duelo; una extraordinaria disminución de su amor propio (*), o sea un considerable empobrecimiento de su Yo. En el duelo, el mundo aparece desierto y empobrecido ante los ojos del sujeto. En la melancolía es el Yo lo que ofrece estos rasgos a la consideración del paciente. Éste nos describe su Yo como indígno de toda estimación, incapaz de rendimiento valioso y moralmente condenable. Se dirige amargos reproches, se insulta, espera el castigo, se humilla ante los demás, compadece a los suyos por estar ligado a una persona tan despreciable, etc.
Observamos también en el melancólico el deseo de comunicar a todo el mundo sus propios defectos, como si en este rebajamiento encontrara una satisfacción”.
Y añade Sigmund Freud: “Sus lamentos son quejas; no se avergüenzan ni se ocultan..La peculiaridad más singular de la melancolía es su tendencia a transformarse en manía, o sea en un estado sintomáticamente opuesto. Sin embargo, no toda la melancolía sufre de esta transformación. Algunos casos no pasan de recidivas periódicas, cuyos intervalos muestran cuanto más un ligerísimo matiz de manía. Otros presentan aquella alternativa regular de fases melancólicas y maníacas que constituye la locura cíclica”.
En este último apartado Sigmund Freud describe lo que hoy en día conocemos como Depresión o “Trastorno Bipolar”
Enrico E. Jones fue (1947-2003) un psicoanalista, profesor universitario e investigador afroamericano estadounidense.
Enrico Jones se graduó en la Universidad de Harvard con la calificación de cum laude, y en 1974 obtuvo su doctorado en Psicología Clínica en la Universidad de Berkeley, gracias a una beca de la Fundación Ford. Al finalizar su doctorado empezó a trabajar como profesor en dicha universidad americana, llegando a ocupar en 1994 el cargo de director del Programa de Capacitación en Psicología Clínica. En 1997 el University College de Londres le invitó a trabajar como profesor visitante en el Departamento de Psicología.
Cuando Enrico Jones fijo su residencia en California empezó a formarse como psicoanalista en el Instituto Psicoanalítico de San Francisco, y en 1982 comenzó su ejercicio profesional como psicoanalista. Dicha tarea la compaginó con colaboraciones en el Instituto de Psiquiatría Langley Porter, y en el Departamento de Psiquiatría del Hospital Mount Zion.
Jones fue el primer profesor afroamericano de Psicología en Berkeley, y quizás por tal motivo se interesó profundamente en el desarrollo de cursos de salud mental para estudiantes pertenecientes a minorías étnicas, aserorándole ademas en la enseñanza y la investigación. En 1996 la Asociación Americana de Psicología le otorgó el Premio Kenneth y Mamie Clark por su contribución al desarrollo profesional de estos estudiantes de minorías étnicas.
Su trabajo de profesor en Berkeley le dio la oportunidad de realizar también una fructífera carrera como investigador.
Merece mencionarse una investigación de Enrico Jones llevada a cabo en la década de 1990 sobre la eficacia de la Psicoterapia Cognitivo- Conductual y la Psicoterapia Psicoanalítica. Jones y su equipo analizaron las grabaciones de más de 500 sesiones de psicoterapia, tanto psicodinámicas como cognitivo-conductuales. Los investigadores desconocían que tipo de terapia se estaba aplicando con cada paciente y que tipo de terapeuta la hacia. El resultado fue que sin saber a que tipo de terapia pertenecía la sesión analizada, descubrieron que cuanto más recurrían los terapeutas a los principios psicodinámicos típicos del psicoanálisis, como atender a los mecanismos defensivos de los pacientes, explorar las emociones y fantasías, no culpabilizarse por los sentimientos ambivalentes, discutir la relación con el terapeuta, etc. más mejoría experimentaban los pacientes, tanto en la terapia psicoanalítica como en la cognitivo-conductual. Por el contrario, el uso de métodos cognitivo-conductuales estandar como entrenar habilidades, asignación de tareas para casa, etc. no mostraban apenas beneficios. En resumen, cuando la terapia cognitivo-conductual era exitosa se debía que el terapeuta se apartaba de sus manuales cognitivo-conductuales y realizaba algo típicamente psicoanalítico, sin saber que aquello era “psicoanálisis“.
En 1918 Sigmund Freud, el padre del Psicoanálisis, publica un libro titulado: Historia de una neurosis infantil (Caso del Hombre de los lobos).
El que este caso sea conocido como “El hombre de los lobos” se debe a que el paciente contó a Freud en una de sus sesiones de psicoanálisis un sueño que había tenido poco antes de cumplir los cuatro años. El enfermo cuenta lo siguiente:
“Soñé que era de noche y estaba acostado (mi cama tenían los pies hacia la ventana, a través de la cual se veía una hilera de viejos nogales. Sé que cuando tuve este sueño era una noche de invierno.) De pronto, se abre sola la ventana, y veo, con gran sobresalto, que en las ramas del grueso nogal que se alza ante la ventana hay encaramados unos cuantos lobos blancos. Eran seis o siete, completamente blancos, más bien parecían zorros o perros de ganado, pues tenían grandes colas como los zorros y enderezaban las orejas como los perros cuando huelen algo. Presa de horrible miedo, sin duda de ser devorado por estos lobos, empecé a gritar… y desperté. Mi niñera vino a ver que pasaba. Demoré largo rato en convencerme que éste había sido un sueño. El hecho de haber visto abrirse la ventana y los lobos encima del árbol me hizo creer que había presenciado una escena de la vida real. Después me calmé, sintiéndome como salvado de algún peligro y volví a quedarme dormido. El único movimiento del sueño fue el de abrirse la ventana, pues los lobos permanecieron estáticos en las ramas del árbol, a derecha e izquierda del tronco, y mirándome, fijamente. Daba la impresión que sólo me miraban a mí. Creo que fue éste mi primer sueño de angustia. Tendría por entonces tres o cuatro años, cinco a lo más. Desde aquella noche hasta mis once o doce años tuve siempre miedo de ver algo terrible en sueños”.
Siguiendo la técnica psicoanalítica de Interpretación de los sueños, Sigmund Freud le pide que vaya asociando todo lo que aparece en el sueño:
Escribe Freud en su libro: “El sujeto relacionó este sueño con su recuerdo de que en aquellos años de su infancia le inspiraba intenso miedo una estampa de un libro de cuentos en la que se veía un lobo, andando en dos pies, con las garras extendidas hacia delante y enderezadas las orejas. Cree recordar que correspondía al cuento de Caperucita Roja.”
Al preguntarle Freud ¿por qué eran blancos los lobos? El paciente lo asoció con los grandes rebaños de ovejas que pastaban en los prados cercanos a la finca, los cuales visitaba en ocasiones en compañía de
Exponemos a continuación algunos hitos de la Neurología y el Psicoanálisis que sucedieron a finales del siglo XIX y a lo largo del XX.
En 1873 Camillo Golgi, el científico y Premio Nobel italiano, desarrolla un proceso de tinción que hace visible en el microscopio el tejido nervioso.
Ese mismo año Sigmund Freud empieza en Viena sus estudios de Medicina. Freud fue discípulo del prestigioso médico Ernst Wilhelm von Brücke quien creía que no había otras fuerzas que actúen en el organismo que las fisicoquímicas.
En 1875Richard Caton descubre la actividad eléctrica de la corteza cerebral.
En 1879 Wilhelm Maximilian Wundt funda del primer instituto de Psicología Experimental del mundo en Leipzi.
En 1882 Freud empieza a trabajar como médico.
En 1885 Freud comienza a impartir clases de Neuropatología en la Universidad de Viena. Ese mismo año marcha a París a estudiar con el prestigioso profesor de la Sorbona Jean Martin Charcot.
En 1886 Freud dirige el departamento neurológico de un hospital infantil. Además de realizar tratamientos convencionales de esa época con curas de reposo e hipnosis. Paralelamente empieza a desarrollar el Psicoanálisis.
En 1888 el Premio Nobel español Santiago Ramón y Cajal descubre la neurona, es decir, identifica las células nerviosas como unidades celulares independientes
En 1897 comienza la investigación del metabolismo cerebral con el aislamiento de la adrenalina.
En 1910 es el año de la fundación de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA).
En 1924 Hans Berger realiza en Jena el primer electroencefalograma (EEG) de la historia.
En 1933 los escritos de Freud son víctimas de la quema de libros por parte de los nazis.
En 1935 numerosos psicoanalistas emigran, muchos de ellos a los Estados Unidos. Freud es nombrado miembro honorario de la Real Sociedad Británica de Medicina.
En 1937 se introduce el tratamiento de electrochoque (electroshock).
En 1938 la SS nazi registran el apartamento de Freud en Víena. Poco después sus discípulos convencen a Freud para que emigre a Londres, donde muere al año siguiente.
En 1950 se produce el desarrollo y uso de los primeros medicamentos psicotrópicos, así como el descubrimiento de las sustancias mensajeras del cerebro.
El libró llevó el título siguiente: “Análisis de un caso de neurosis obsesiva”, pues Neurosis Obsesivaera el diagnóstico del paciente a quien hace referencia Freud.
Freud tenía por costumbre deshacerse de todo el material en el que se basaban sus libros después de haberlos publicado, por lo cual existen muy pocos manuscritos originales de sus obras, y menos aún las notas preliminares. Las notas del hombre de las ratas son una excepción, ya que fueron encontradas entre los papeles de Sigmund Freud en Londres después de su muerte. El psicoanalista inglés James Strachey se ocupó de traducirlas del alemán, idioma en el que estaban escritas, al inglés, y en 1954 se publicaron bajo el título “Original Record“.
Algunas psicoanalistas se preguntaron por qué Freud no las había destruido, como tantas otras, y creyeron encontrar una explicación en las palabras de su autor: “Debo reconocer, en efecto, que todavía no he conseguido desentrañar sin residuo alguno la complicada estructura de un caso grave de neurosis obsesiva… la comprensión de una neurosis obsesiva no es ciertamente nada fácil y desde luego mucho más difícil que la de un caso de histeria”.
Sigmund Freud solía anotar cada noche el material que pensaba era interesante para su publicación o para exponerlo en las sesiones de los Miércoles a sus alumnos. Freud presentó el caso del hombre de las ratas a los alumnos que estuban presentes el 30 octubre y el 6 noviembre del 1907 ( Stekel, Otto Rank, Sadger, Hitschmann, Paul Federn, Graf, Alfred Adler, Steiner, y Schwerdtner). En ambas reuniones se discutió sobre el caso y se anotaron todas las observaciones.
La presentación del caso a sus discípulos fue registrada así : “Comienzo del historial de una enfermedad obsesiva. Se trata de un caso muy instructivo de neurosis obsesiva de un hombre joven de 29 años, doctor en derecho. Su enfermedad data de 1903, aunque en realidad se remonta a su niñez………..“.
Las notas estaban escritas con gran cantidad de abreviaturas y ausencia de palabras no esenciales. En el margen de las páginas había palabras escritas verticalmente como “sueño”, “transferencia”, “fantasía”, etc. El registro del caso se