En 1926 Sigmund Freud publicó Inhibición, síntoma y angustia. En esta nueva publicación Freud elabora una nueva teoría sobre la génesis de la angustia y descarta las teorías anteriores. Para Freud sus teorías estaban siempre en constante revisión y a merced de lo que iba descubriendo en su práctica clínica. El solía decir: “Si los hechos contradicen la teoría hay que cambiar la teoría“.
Al principio Freud pensaba que la angustia era consecuencia de la represión y que mediante ese proceso de la represión se transforma en displacer el placer de satisfacción esperado.
Más adelante escribe: “La angustia es la reacción a una situación peligrosa. El yo la elude ejecutando algo encaminado a evitar la situación o escapando a ella”. Y añade: “hay que señalar tres casos de manifestación infantil de angustia: cuando el niño está solo, cuando se halla en la oscuridad y cuando encuentra a una persona extraña en el lugar de la que le es familiar (la madre). El peligro es ahora la ausencia de la madre, y en cuanto el niño la advierte, da la señal de angustia”. Una de las primeras situaciones temidas por todos los seres humanos es la separación de la madre.
Sigmund Freud, el padre del Psicoanálisis, distingue entre angustia real y angustia neurótica. “Un peligro real es un peligro conocido, y angustia real, es la angustia ante tal peligro conocido. La angustia neurótica es angustia ante un peligro que no conocemos”.
“Así, pues, la primera condición de la angustia, introducida por el mismo Yo, es la pérdida de la percepción del objeto, la cual es equiparada a la pérdida del objeto. La pérdida del cariño no entra todavía en cuenta. Más tarde la experiencia enseña el niño que el objeto puede permanecer existente, pero encontrarse enfadado con el, siendo entonces cuando la pérdida del cariño del objeto pasa a constituirse en una condición, ya permanente, de peligro y angustia”.
Escribe Freud. “el niño anhela la presencia de la madre que ha de satisfacer sus necesidades. El dolor es, pues, la verdadera reacción a la pérdida del objeto, y la angustia, la verdadera reacción al peligro que tal pérdida trae consigo y, dando un mayor desplazamiento, una reacción al peligro de la pérdida del objeto mismo”.
También en uno de los cápitulos habla de la diferencia entre la angustia por la posible pérdida y el duelo que ocurre cuando no existe esperanza de volver a tenerlo. Dice Sigmund Freud exacamente respecto a lo anterior: “La angustia en el bebé es una reacción al peligro de la pérdida del objeto. Pero hay otra reacción a dicha pérdida: