
Los ataques o crisis de ansiedad son bastante frecuentes en los países desarrollados. La ansiedad patológica genera un grado variable de incapacidad en la vida cotidiana, ya sea en el ámbito personal o profesional, dependiendo de cada caso. Es importante destacar que la ansiedad moderada tiende a disminuir espontáneamente con la exposición repetida a la situación temida o estresante, mientras que la ansiedad patológica, en lugar de reducirse, aumenta con el tiempo.
Pero, ¿cómo se manifiesta un ataque de ansiedad?
Síntomas de un ataque de ansiedad
Entre los síntomas más comunes se encuentran:
- Taquicardia, palpitaciones y molestias precordiales, que pueden hacer que la persona sienta que está sufriendo un infarto o que va a morir.
- Dificultad para respirar (disnea) y sensación de falta de aire, lo que puede llevar a la hiperventilación.
- Hiperventilacióna, que a su vez puede provocar parestesias (sensación de hormigueo o adormecimiento), temblores, vértigo, e incluso desmayos.
Además, en una crisis de ansiedad pueden presentarse otros síntomas como:
- Náuseas, vómitos y sensación de hambre excesiva.
- Cansancio extremo (astenia), dificultades en la atención y la concentración.
- Inquietud, irritabilidad, insomnio y pesadillas.
- Alteraciones en la función sexual, como impotencia en los hombres y disminución del deseo sexual en las mujeres.
- Sensación de irrealidad o desconexión del entorno.
En un ataque de ansiedad propiamente dicho, los síntomas más frecuentes son los de tipo cardíaco y respiratorio. En cambio, otros síntomas característicos de los trastornos de ansiedad pueden presentarse a lo largo del día o la noche, sin estar necesariamente ligados a una crisis aguda.
Las primeras veces que una persona experimenta un ataque de ansiedad, suele interpretar los síntomas como indicios de una enfermedad física, por lo que acude a su médico de cabecera en busca de una explicación.
Una vez diagnosticado el problema de ansiedad, el tratamiento suele estar a cargo de psiquiatras o psicólogos. Este puede incluir psicoterapia y, en algunos casos, especialmente en los más graves o incapacitantes, el uso de medicamentos ansiolíticos bajo prescripción médica.
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(Editado por la Dra. Moya Guirao)




